Esperó tranquilamente que comenzaran a caer las primeras gotas; era cuestión de minutos, todo estaba ocurriendo de la forma que vuelve inevitable la lluvia. Las cumbres más altas eran envueltas en una espesa y obscura capa nubosa, empujadas por un insistente viento sur a gran altura, el cual dejaba caer pequeños vórtices que sacudían la escaza vegetación que se hallaba en el lugar. Un destello encendió todo por una pequeña fracción de tiempo; su pupila se contrajo como respuesta natural a la sobre exposición lumínica; quedó atento al estruendo que no tardó en llegar, pasando raudo sobre su cabeza y bajando a toda carrera entre las quebradas. Luego, un silencio que se extendió hasta los primeros sonidos del aguacero que terminó por cubrir un paisaje aprendido de memoria.
domingo, diciembre 27, 2020
sábado, noviembre 21, 2020
Náufrago (De encuentros y despedidas)
jueves, noviembre 05, 2020
La pupila audaz
[Trueno]
Presuroso se aleja el sonido rebotando entre cerros y quebradas
Las hojas se empapan de aguacero
II
“Clases suspendidas”
En casa se prepara la mañana; los ruidos de loza en el comedor de diario, ladridos
En silencio, arriba del techo de un camión estacionado, las pupilas siguen siluetas obscuras y raudas en un cielo encapotado de septiembre.
El oído verifica sus rugidos.
III
Tiene suficiente de ruidos y palabras.
De estas cosas no se habla, se necesita del talento. -Dice.
Lo suyo era la porfía: de qué otra forma podría decir sobre el mar su salobre monotonía.
IV
[Un teléfono]
-Ven, ya ha muerto. La línea telefónica contiene estática que se aprovecha de los silencios, se vuelve rumor espeso permaneciendo junto al mensaje.
Han pasado estos años y aún no cuelga la llamada
De los árboles que lo acompañan, las raíces cuidan de sus huesos, son hilos que les comunican qué pasa ahí afuera: si lluvia o granizo, si escarcha o ventolera.
V
Casi todo ha mudado en estos días, excepto la certeza de su sonrisa.
jueves, octubre 22, 2020
Estragón y Vladimir
-Vladimir… ¿Estás despierto?
- ¿Qué sucede, Estragón? Qué quieres ahora.
- Estaba pensando qué pasaría si nos fuéramos; si mañana al
despertar emprendiéramos nuestro regreso a casa.
- … No sé qué pasaría; supongo que no podemos irnos aún,
tenemos que esperar.
- Pero si no se presentara; si nunca apareciera por ese
camino, Vladimir.
- Sí eso llegara a suceder, entonces nos podremos marchar.
Diálogo basado en la obra 'En attendant Godot' de Samuel
Beckett publicado 1952, Paris.
lunes, octubre 12, 2020
Neandertal
Se encuentra guarecido en la caverna junto a su grupo, sentados alrededor de un fuego protector siempre encendido al medio de aquella morada colectiva. Les queda poco tiempo sobre ese mundo prístino que fuera su hogar hasta ese momento. Su fin se acerca. Afuera, la obscuridad de la noche ha caído como un espeso manto cubriéndolo todo, momento en el cual emergen los depredadores naturales de aquella formidable progenie ¿Puedes escuchar el aullido del lobo, del oso merodeando en el lugar, del tigre al asecho de su posible presa? Neandertal toma un trozo de leña encendida del fuego y asomándose nervioso a la noche, atisba con mirada segura su entorno; se queda un momento mirando el cielo encendido de estrellas casi pudiéndolas tomar con su mano. Una le atrae más, la mira cada noche, la distingue de las otras. Aguza el oído, da una última oteada al paisaje nocturno y vuelve a entrar.
jueves, septiembre 24, 2020
Intermedio XIX
martes, septiembre 08, 2020
Café nocturno
Da lo mismo que se pierdan en aquellos extensos, infinitos caminos, retazos de sueños no vividos; que la muda palabra petrificada a orillas de aquellas rutas, suplicante como antaño lo fueran los sueños de personas ahora huesos. Nada rescatará con humano empeño ese extenso tiempo perdido; porque ahora nos gana el silencio, nos cubre el olvido; preámbulo piadoso de fresca y joven muerte, que posando sus labios sobre los nuestros, mudará en envejecida a esos ojos entonces muertos.
domingo, agosto 23, 2020
El sueño del escita
De las praderas aquellas, recorridas a caballo; de frente a un sol poniente, como en un esfuerzo de alcanzarlo y abrazar sus infernales llamaradas. Hombre y bestia derrotados por la distancia: impotentes ante la marcha inexorable de la estrella que se aleja.
miércoles, julio 22, 2020
Ciudad breve
Dejarse llevar por una pequeña idea, una palabra dicha por alguien al pasar; de esas palabras sueltas que se escuchan en el sistema de transporte público de una gran ciudad, por ejemplo. – ¿Conoces algo de latín? –Me interrogaba en una oportunidad mientras caminábamos por las calles adoquinadas de un sector del centro que recorríamos casi siempre en invierno. –La verdad, muy poco; algunas palabras que he ido sumando a lo largo de mi vida, pero nada más. –Contesté a su pregunta mientras en mi cabeza resonaba la palabra ‘rex’ escuchada y aprendida en su equivalente español durante mi infancia; podría decir casi con seguridad que fue la primera palabra aprendida del latín. – ¿Te imaginas esta conversación en latín? Imagina que todo occidente hablara latín. –Se quedó en silencio mirando el pasar de los adoquines bajo sus pisadas esperando mi respuesta. –Qué piensas de esto. -Insistió mientras nos detuvimos frente a un semáforo en rojo. El sol se escondía entre las siluetas de las edificaciones, proyectando las sombras sobre nuestras cabezas; el día llegaba a su fin, del lado oriente se aproximaban las sombras frías de una agradable noche de invierno. –No creo posible tal ejercicio. –Comencé- Si me obligo a ello, si intento poner esa realidad, seríamos una escena chistosa, al mejor estilo de una parodia televisiva. –El semáforo cambió de color y nos pusimos en movimiento todo el grupo de personas de manera sincronizada; como suele ocurrir en todas las esquinas frente a un semáforo de una gran ciudad. –Intuyo que nada de esto existiría –continué-, nosotros mismo no existiríamos en esa realidad; no sé qué contendría.
Pasó la hora de los líderes, pasó como lo han hecho las grandes ciudades.
viernes, junio 12, 2020
Habitación 717
martes, abril 14, 2020
Batalla posible
Mi mirada estaba clavada en dirección a una especie de llanura mezclada con suaves lomajes, donde apenas se dibujaba a la distancia lo que después entendí como un grupo humano preparado para un combate. Mi respiración era acelerada pero firme; una excitación envolvía mi pensamiento y las emociones fluían como verdaderas aguas arrebatadas. Todo esto lo entendía muy claro; todo, inclusive mi entorno estaba armonizado en este momento. Empuñaba una lanza de buena madera ¿Abedul quizá? No sé, alcanzaba a ver su afilada punta de cobre –eso lo pude deducir por su hermoso color rojizo- volví la mirada hacia mi cuerpo y pude verificar que estaba bien equipado ¡Claro que así era! Pertenecía a un ejército bien formado; sentí sobre mi cabeza un casco o cosa similar, un simple gorro no era, tenía que ser un casco de combate, no había otra posibilidad. El rumor de mis compañeros parecía una oración colectiva más que una suma de todas las conversaciones entre ellos; sí, creo que eso era: una oración; estaban rezando para darse ánimo supongo; entonces hice como si también rezara (creo que recé, la verdad)
-¿Estás preparado para morir hoy, camarada? –Preguntó mi compañero del lado izquierdo con los ojos inyectados de emoción; su rostro claro y surcado por líneas que le conferían la edad adulta que supuse, fijó la mirada en mí como esperando una respuesta. Qué otra cosa podría contestar si precisamente en ese momento la idea general de mi situación se volvía evidente -¡Sí, hermano! –Contesté con fuerza, no por convicción sino por consecuencia al diálogo y todo el ambiente en que estábamos envuelto; dudo que otra respuesta hubiese sido prudente. Incluso me dio la impresión que en el caso de una respuesta diferente o ambigua, me hubiese costado la vida en ese preciso momento.
Me sonrió conforme y mi respuesta creo que lo alentó a él también, empuñó su lanza con determinación mientras un jinete montado en su caballo hermoso y enorme, nos daba la indicación de avanzar hacia la liza, donde se llevaría a cabo la batalla. Nos pusimos en movimiento como una sola voluntad, deseosos de entrar en combate. Esto lo supongo porque una vez sentí una emoción similar pero no recuerdo claramente dónde o cuando. En ese momento éramos miles con una sola misión; nuestra marcha ganaba velocidad y sincronía en el paso. Me percaté que en la línea del horizonte una suave polvareda se levantaba sobre nuestros oponentes lo cual evidenciaba que se ponían en movimiento también: Había comenzado la batalla.
Si creía en los universos paralelos esto era una clara confirmación. Lo digo porque uno sabe, o intuye a lo menos, cuando existe una ruptura espacio-temporal. Esta prolongación de lo que conocemos como dèjá vu que estaba experimentando, que por lo general son eventos muy breves de tiempo, al menos era suficiente evidencia para mí. Ganábamos velocidad en la marcha, se escuchaban los primeros gritos para infundir ánimo y valentía. Me entregué a la emoción de la lucha, nada más podía hacer. La otra alternativa o posibilidad era que estuviese durmiendo aún: si así fuera, este sería un buen momento para despertar.