jueves, septiembre 24, 2020

Intermedio XIX

Estaba de espalda, tendido sobre un planchón de nieve a unos 3500msnm; la caminata de ascensión había comenzado a las 5 de la mañana y solo en ese momento tomé un descanso para recuperar algo de fuerzas y atacar la cumbre lo antes posible. La nitidez del cielo era abrumadora, con un azul tan intenso que me hacía suponer estar sumergido en él; la respiración agitada y el corazón a toda máquina haciendo fluir mi sangre. Y entonces ocurrió: apareció en mi campo visual, con toda majestuosidad, un cóndor andino de un tamaño imponente; mi cuerpo quedó petrificado, describió varios círculos sobre mí, sentí todo su poder y ventaja en ese escenario compartido; la altura a la cual realizaba su vuelo me daba la posibilidad de contemplar detalles que de otro modo solo encontraría en fotografías o videos; de su plumaje pude apreciar con toda claridad su hermosa golilla de plumas blancas en su cuello. 
De aquel encuentro, al recordarlo, indefectiblemente aparece la mirada inquisitoria de aquella formidable ave. Inclusive, al llegar a la cumbre con la alegría de haberlo logrado, de estar sobre los 3900msnm, con la vista que se perdía en todas direcciones sin límite; luego con la ruta de descenso sobre la nieve, bajando solo con la ayuda del piolet para controlar la velocidad; todos aquellos momentos están coronados por el encuentro con el espíritu de los Andes.

5 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Es lo sublime lo que nos atrae de esos paisajes.

Ferragus dijo...

Sublime, sí sublime; solo en estos paisajes he logrado unir trozos de este imperfecto 'collage'

Ferragus dijo...

Encontré la fecha de ascensión a esa montaña; corría el año 1983 ¡guau!

Anónimo dijo...

... cerrar los ojos y volver a recordar ese sublime momento ... como si fuera hoy ..., tal vez llene el el vacío que a veces se impone con el paso de los años caminando a la vejez ... ¡ ese recuerdo único y magnífico se lee, se siente como un bálsamo de vigorosa juvenil felicidad! Gracias por compartirlo. Te saluda Zafiro.

Ferragus dijo...

Gracias a ti, Zafiro. El momento es notable y lo escribo sin nostalgia siquiera, como si recién hubiese salidos al camino después de aquellos cuatro o cinco días.
PS
Me alegra tu visita, verdad.