miércoles, julio 22, 2020

Ciudad breve

Necesito un líder; busco a uno. No puedo más con estos errores míos.
Dejarse llevar por una pequeña idea, una palabra dicha por alguien al pasar; de esas palabras sueltas que se escuchan en el sistema de transporte público de una gran ciudad, por ejemplo. – ¿Conoces algo de latín? –Me interrogaba en una oportunidad mientras caminábamos por las calles adoquinadas de un sector del centro que recorríamos casi siempre en invierno. –La verdad, muy poco; algunas palabras que he ido sumando a lo largo de mi vida, pero nada más. –Contesté a su pregunta mientras en mi cabeza resonaba la palabra ‘rex’ escuchada y aprendida en su equivalente español durante mi infancia; podría decir casi con seguridad que fue la primera palabra aprendida del latín. – ¿Te imaginas esta conversación en latín? Imagina que todo occidente hablara latín. –Se quedó en silencio mirando el pasar de los adoquines bajo sus pisadas esperando mi respuesta. –Qué piensas de esto.  -Insistió mientras nos detuvimos frente a un semáforo en rojo. El sol se escondía entre las siluetas de las edificaciones, proyectando las sombras sobre nuestras cabezas; el día llegaba a su fin, del lado oriente se aproximaban las sombras frías de una agradable noche de invierno. –No creo posible tal ejercicio. –Comencé- Si me obligo a ello, si intento poner esa realidad, seríamos una escena chistosa, al mejor estilo de una parodia televisiva. –El semáforo cambió de color y nos pusimos en movimiento todo el grupo de personas de manera sincronizada; como suele ocurrir en todas las esquinas frente a un semáforo de una gran ciudad. –Intuyo que nada de esto existiría –continué-, nosotros mismo no existiríamos en esa realidad; no sé qué contendría.
Pasó la hora de los líderes, pasó como lo han hecho las grandes ciudades.

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