martes, abril 14, 2020

Batalla posible

Quedé asombrado la verdad. No me creía lo que veía. Por un momento pensé que aún estaba en mi sueño y era cosa normal lo que ahora ocurría con una naturalidad casi inocente; donde el entorno tampoco se inmutaba y era simplemente eso: realidad. Espacio y tiempo colisionando uno contra otro y generando esta posibilidad.
Mi mirada estaba clavada en dirección a una especie de llanura mezclada con suaves lomajes, donde apenas se dibujaba a la distancia lo que después entendí como un grupo humano preparado para un combate. Mi respiración era acelerada pero firme; una excitación envolvía mi pensamiento y las emociones fluían como verdaderas aguas arrebatadas. Todo esto lo entendía muy claro; todo, inclusive mi entorno estaba armonizado en este momento. Empuñaba una lanza de buena madera ¿Abedul quizá? No sé, alcanzaba a ver su afilada punta de cobre –eso lo pude deducir por su hermoso color rojizo- volví la mirada hacia mi cuerpo y pude verificar  que estaba bien equipado ¡Claro que así era! Pertenecía a un ejército bien formado; sentí sobre mi cabeza un casco o cosa similar, un simple gorro no era, tenía que ser un casco de combate, no había otra posibilidad. El rumor de mis compañeros  parecía  una oración colectiva más que una suma de todas las conversaciones entre ellos; sí, creo que eso era: una oración; estaban rezando para darse ánimo supongo; entonces hice como si también rezara (creo que recé, la verdad)
-¿Estás preparado para morir hoy, camarada? –Preguntó mi compañero del lado izquierdo con los ojos inyectados de emoción; su rostro claro y surcado por líneas que le conferían la edad adulta que supuse, fijó la mirada en mí como esperando una respuesta. Qué otra cosa podría contestar si precisamente en ese momento la idea general de mi situación se volvía evidente -¡Sí, hermano! –Contesté con fuerza, no por convicción sino por consecuencia al diálogo y todo el ambiente en que estábamos envuelto; dudo que otra respuesta hubiese sido prudente. Incluso me dio la impresión que en el caso de una respuesta diferente o ambigua, me hubiese costado la vida en ese preciso momento.
Me sonrió conforme y mi respuesta creo que lo alentó a él también, empuñó su lanza con determinación mientras un jinete montado en su caballo hermoso y enorme, nos daba la indicación de avanzar hacia la liza, donde se llevaría a cabo la batalla. Nos pusimos en movimiento como una sola voluntad, deseosos de entrar en combate. Esto lo supongo porque una vez sentí una emoción similar pero no recuerdo claramente dónde o cuando. En ese momento éramos miles con una sola misión; nuestra marcha ganaba velocidad y sincronía en el paso. Me percaté que en la línea del horizonte una suave polvareda se levantaba sobre nuestros oponentes lo cual evidenciaba que se ponían en movimiento también: Había comenzado la batalla.
Si creía en los universos paralelos esto era una clara confirmación. Lo digo porque uno sabe, o intuye a lo menos, cuando existe una ruptura espacio-temporal. Esta prolongación de lo que conocemos como dèjá vu que estaba experimentando, que por lo general son eventos muy breves de tiempo, al menos era suficiente evidencia para mí. Ganábamos velocidad en la marcha, se escuchaban los primeros gritos para infundir ánimo y valentía. Me entregué a la emoción de la lucha, nada más podía hacer. La otra alternativa o posibilidad era que estuviese durmiendo aún: si así fuera, este sería un buen momento para despertar.

viernes, abril 10, 2020

Intermedio XVIII


Tengo este blog abierto hace un par de años; en más de una oportunidad he pensado en cerrarlo al caer en cuenta que paso más tiempo en la cuenta del pajarito que acá. Las entradas fueron disminuyendo en la medida que las visitas a la otra red fueron aumentando. En definitiva, caí en una especie de placer indolente, pendiente de la actividad ajena más que en la propia. Cerrar cualquiera de las dos -o ambas- aparte de ser una posibilidad, no creo que sea una solución. Cada una tiene su asunto, cada una su color. Sigamos.