jueves, diciembre 22, 2011

Duermevela

No era habitual que se levantara por la madrugada; tampoco lo era caminar descalzo. Aquella oportunidad sin duda se sentía mejor que nunca; algo así como haber encontrado una respuesta largamente esperada. Era tan agradable sentir que su ser se mezclaba con el aroma de las cosas; con la brisa fría nocturna; con el rumor de las hojas. Lo aturdía un poco el hecho de no saber el origen de tanto bienestar.

martes, noviembre 22, 2011

El funámbulo

Pende sobre una fina cuerda llamada tiempo. Describiendo hermosas volutas en el aire sonríe, y se vuelve a posar.

miércoles, noviembre 02, 2011

Intermedio IX

A pesar que no dispongo de mucho tiempo para la relectura, de vez en cuando tomo un libro al azar (quizá con poco de azar) y recorro sus páginas leyendo párrafos saltados a la espera que emerja el libro en su totalidad, como en la mayoría de las veces sucede. Es una buena técnica para descansar del proceso de lectura que en ese momento me ocupa.
Fue así como llegué a un libro que en su oportunidad hizo que disfrutara cada página; inclusive en algunas de ellas reí de buena gana. No daré mayor información del libro para dejarle en suspenso y provocar en usted, natural curiosidad, con excepción del siguiente trozo:

Pastores ¿no es lindo chiste,
que es hoy el señor san Corpus Christe?
Hoy es el día de las danzas
en que el Cordero sin mancilla
tanto se humilla,
que visita nuestras panzas,
y entre estas bienaventuranzas
entra en el humano buche.
Suene el lindo sacabuche,
pues nuestro bien consiste.
Pastores ¿no es lindo chiste?


Un saludo.

miércoles, octubre 19, 2011

Antonia

Ocupaste el asiento justo en frente de mí; la señal auditiva apresuró a los rezagados que entraron al metro justo cuando las puertas comenzaron a cerrar. Tu mirada se encontraba con la mía en el reflejo de una ventana que insistía en reunirnos, que reflejaba el interior del carro casi como un pretexto entre los dos.
El movimiento se inició, con ese particular sonido de los motores eléctricos ganando velocidad…
-¿En qué estás?
-Te recordaba. –respondí.

viernes, septiembre 30, 2011

2.5 millones de años luz

…y al despertar a la mañana siguiente, comprobando que todo había sido un mal sueño, se levantó presuroso en dirección a la ventana de su cuarto; pudo ver en la línea del horizonte como emergía la estrella del día con su típica tonalidad azulosa, lo que le hizo respirar profundo de tranquilidad. Las sombras de los valles se disipaban y una suave brisa fría le fue a saludar.

martes, agosto 23, 2011

Perpetuo insomne

Recuerdo cuando bastaba poner la cabeza sobre la almohada para quedar profundamente dormido. Qué no daría por recuperar esa capacidad. Claro que era bastante más joven que ahora; con menos cosas aprendidas a fuerza de vivir.
El recurso de oscurecer mí cuarto con cortinas gruesas e impedir que entre la luz del día, ha ayudado un poco a concentrarme en el sueño y tratar de invocar su benéfica presencia; hace mucho tiempo apagué el reloj que tengo sobre la mesita, para evitar la tentación de ver las horas trascurrir y dedicarme a recuperar el sueño, sueño que antes me transportaba a mis mundos construidos con apenas un puñado de recuerdos.
Lo único que no puedo controlar como quisiera, es el ruido exterior; ese ruido que me habla de la vigilia constante a la que está sometida la ciudad; ese tráfago de actividad que sí lo pienso mejor, bien podría interpretarse como la sumatoria de muchos como yo, que al no poder dormir, salieron a deambular por las calles a extenuar sus cuerpos en busca del agotamiento.
Quedo asombrado como se yergue un nuevo edificio; creciendo cada vez un poco más, pero sin detenerse. Maquinas, voces, luces y sombras; ruido que he aprendido a destramar hasta detectar la más simple de las sonrisas o el más quebrantador e imperceptible de los sollozo. Me pregunto cuántos pisos llegará a tener; si me tapará el sol poniente que tanto me gusta en invierno; o si se tratará de un edificio de oficinas o de viviendas. Muchos otros fueron demolidos para volver a renacer con nuevas formas.
Extraño los pasos de una señorita que habitaba el piso superior al mío; sus tacos siempre apurados en la mañana a eso de las seis y treinta, hablaban de su sensual pereza para despertar; algunas veces, en su apuro, se veía obligada a volver, para luego salir corriendo, dejando suspendido en el aire su perfume que tanto me agradaba. Han pasado muchas personas por ese departamento. Recuerdo también a un señor y su perro, si no me equivoco creo que le llamaba Pirata, o algo así; bastaba que este señor pusiera las llaves en el cerrojo, para que Pirata diera dos fuertes ladridos y se pusiera a saltar de alegría. Una pareja de ancianos con un gusto exquisito por la música. Una madre y su hija. ¡Díos, si sólo pudiera dormir!
Por una pequeña separación de la cortina, puedo apreciar como han comenzado a caer los primeros copos de nieve de este invierno, dejando en el olvido tantos días de calor que hacía más difícil mí empeño. Creo que sería mejor no pensar y dejar caer mí cuerpo junto a la imagen de aquellos copos, y simplemente tratar de dormir.

viernes, julio 22, 2011

Hegel no asistió

-…No sé si ustedes estarán de acuerdo conmigo, pero resulta triste en algunos momentos sentir que sólo se vive de trozos ajenos y no obstante, insistir en una pretendida originalidad.
-Pero eso no tiene porque ser motivo de tristezainterrumpió alguien con seguridad- En mí caso, siento como si recogiera aquellos trozos con el anhelo de adornar o hacer más hermoso el entorno que construyo para mí.
El resto seguía conmovido por los acordes de la sinfonía número cinco de Mahler
-Sí, está bien. –Contestó-
Es sólo que se siente tan ajeno. Bien podrías lanzar todo por la borda, y no extrañarlo siquiera.
-¿Hablas de trascender?
–Interrumpió uno que miraba encantado el paisaje invernal- ¿A eso te refieres?
-No, no me refiero a eso. –Respondió con desgano-
¿Cómo podríamos siquiera intentar trascender? Aludo al hecho de la carencia de originalidad; al que nuestra sociedad nos haya convertido en simples usuarios de algo, de lo que quieras, pero usuarios al fin.
Afuera comenzaban a caer los primeros copos de nieve, cubriendo con delicadeza el paisaje que a esa hora se apercibía a descansar.
-Yo me siento original. –Declaró la anfitriona-
Cada cosa que hago queda con mí impronta; por ejemplo esta tarta, quedó como yo quería y está deliciosa.
Todos aceptaron con agrado el ejemplo, mientras que algunos recurrieron a las últimas porciones disponibles en la mesa.
-Aunque no es la única tarta que hay en el mundo, por cierto. –Expresó uno de los últimos invitados en llegar.
-Definitivamente es una lástima que no asistiera Hegel a esta reunión. –Agregaba una invitada, al tiempo que bebía con desgano su último sorbo de coñac, provocando la risa general.
Fueron esas risas las que llegaron hasta la habitación, despertándolo de manera abrupta de su sueño. Se incorporó de la cama no sin esfuerzo, y se dirigió hasta la ventana, comprobando que la noche y la nieve ya estaban instaladas en el lugar.

jueves, julio 07, 2011

El copista

Con las madrugadas aprendidas de memoria, dirigíase hasta la obscura y fría biblioteca, disponiéndose a comenzar una nueva jornada de traducción. De manera prolija tomaba la pluma entre sus dedos, untando con cuidado el extremo de aquella, como dándole de beber. El ulular del viento se colaba por entre los altos techos, amortiguando cualquier otro sonido del lugar, en especial, los súbitos sollozos que aquel hombre dejaba escapar.

jueves, junio 02, 2011

Intermedio VIII

Curioso. Luego de terminar con Dostoyevski, de manera natural caigo (en el mejor de los sentidos) en la obra de Gogol. Sí, es cierto, bien podría no ser casualidad; durante buena parte de su trabajo Dostoyevski hace referencia a la figura del “pequeño ruso” utilizando palabras bastante elogiosas. Esto se vuelve significativo, si consideramos por ejemplo, que este último no es un eslavófilo como lo fuera el primero, dejando de manifiesto, la grandeza de Dostoyevski al reconocer la calidad literaria de Gogol por sobre cuestiones políticas. Después de todo, imagino, caló hondo en él aquella frase “Aquí le traigo un nuevo Gogol” que digiera Nekrasov, dueño del diario El contemporáneo, al mostrarle a Bielinski, critico literario de renombre en toda Rusia, el manuscrito de “pobres gentes”
Me fue imposible ubicar en Chile a Nikolai V. Gogol; tuve que recurrir a la compra electrónica y traerlo desde España, pero valió el esfuerzo, obtuve una hermosa edición Aguilar del año 1964 que contiene todas sus obras. Con esto espero pasar el invierno austral para luego intentar publicar de manera más seguida.
No quiero terminar este intermedio, sin dejarles un trozo que extraigo de la obra titulada “Veladas en Dikanka” con el ánimo de estimular vuestra curiosidad literaria:

“¿No es así como vuela, alejándose de nosotros, la alegría, precioso y voluble huésped? ¿Y no es vano esperar que el sonido de la nota solitaria pueda expresar regocijo? En el eco que escuchamos se percibe ya la tristeza y la soledad. ¿No es así como se pierden por el mundo los alegres amigos de la turbulenta y libre juventud, uno por uno, dejando, finalmente, solo a su viejo hermano?... ¡Qué tristeza la del abandonado! El corazón se llena de dolor y de pesar, y nada puede ayudarle.”

Saludos, amigos.

martes, mayo 24, 2011

Sucursal bancaria

Nunca imaginé vivir una experiencia tan aterradora; cómo es posible que le ocurriera a una embarcación que poseía la última tecnología en navegación, además de una excelente tripulación (tengo entendido que esa tripulación fue premiada) La confusión que se generó al impactar en alta mar con aquella sucursal bancaria fue, como ya lo dije, aterradora. Por suerte para mí, estaba justo en la zona de proa viendo el reflejo de la luna en la piscina y bebiendo un vaso de algún trago que ya no recuerdo; mi cuerpo estaba apoyado sobre una especie de tanque o barril (después me percaté que se trataba de una balsa de rescate) y miraba fijamente al horizonte tratando de descubrir que significaba una débil luz que percibía a la distancia. Con cada minuto que pasaba la luz se hacía más clara y ahora podía distinguir, incluso, algunas tonalidades. Luego de un rato no me quedó duda alguna: Era la sucursal bancaria.
Estoy seguro que aquella sucursal estaba bien diseñada, y cumplía con todas las normas internacionales en seguridad. Lo novedoso también, era que no requería la presencia de algún ejecutivo y era factible realizar casi cualquier transacción que el cliente necesitara. Tenía cajero automático; dispensador de cheques personalizados; emitía duplicados de tarjetas de crédito; créditos de consumo e hipotecario; etc. En definitiva: era lo más avanzado de la tecnología bancaria, eso es verdad ¿Pero qué mierda estaba haciendo una sucursal bancaria en alta mar? ¿No hubiese sido más razonable impactar con una plataforma petrolera?


Stgo, Abril 1997

jueves, marzo 24, 2011

Pura magia

Me topé con ella en las escaleras que me llevarían hasta la estación de metro. Llamó mi atención la mezcla de colores de sus ropas, todas ellas ya muy raídas por el tiempo y el uso, pero que sin embargo, mostraba cierto equilibrio en su configuración. Eran las siete de la mañana pasado quince, y el grueso de la gente aún no se hacía presente sino hasta eso de las ocho. Seguí con mis pasos en dirección hacia ella y noté que tenía un cartelito colgado al cuello donde se leía “Hago magia”; con discreción, tomé del fondo de mis bolsillos una moneda y se la entregue con mucho pudor. Mientras entregaba mi cooperación voluntaria, le dije que me gustaría desaparecer –aún no sé por qué mencioné aquella frase- . Extendió su mano para recibir la moneda, y a la vez que con la otra hacía un chasquido con los dedos, sentenció “él ya no está, sólo quedas tú”
Un tanto confundido seguí mí camino para abordar el metro, y una vez que estuve sentado mirando a los otros pasajeros en el andén, experimenté una sensación de paz que me envolvió por mucho, mucho tiempo. A mí maga no la he vuelto a ver, pero cuando siento que caigo en la espesa oscuridad, llega hasta mí el sonido de sus dedos y me vuelvo a sentir bien.

jueves, febrero 03, 2011

Viena

Un espeso manto de nieve caía sobre la ciudad.
-Mire, la verdad tengo ciertas dudas sobre su estado psicológico; no es que lo suponga loco, no; llama la atención la forma de construir su entorno. Por el momento nada quiero adelantar, esperemos algunas sesiones y luego veremos.
-Tómese el tiempo que necesite. Juegue a lo que quiera con su dialéctica.
Se levantó de la silla a la vez que tomaba su sombrero, y despidiéndose de manera amable de su interlocutor, se dispuso a marchar.
Antes de cerrar la puerta de la consulta, la voz de aquel le interrumpió.
-Una última pregunta.
-¿Si?
-¿Dónde se está hospedando?
Girando su cabeza con evidente signo de molestia en su rostro contestó.
- En el psiquiátrico ¿dónde más?