jueves, noviembre 05, 2020

La pupila audaz

Lo único que se mantiene es el sonido del quillay en invierno. La pupila se contrae al paisaje amplificado por el relámpago.
[Trueno]
Presuroso se aleja el sonido rebotando entre cerros y quebradas
Las hojas se empapan de aguacero

II
“Clases suspendidas”
En casa se prepara la mañana; los ruidos de loza en el comedor de diario, ladridos
En silencio, arriba del techo de un camión estacionado, las pupilas siguen siluetas obscuras y raudas en un cielo encapotado de septiembre.
El oído verifica sus rugidos.

III
Tiene suficiente de ruidos y palabras.
De estas cosas no se habla, se necesita del talento. -Dice.
Lo suyo era la porfía: de qué otra forma podría decir sobre el mar su salobre monotonía.

IV
[Un teléfono]
-Ven, ya ha muerto. La línea telefónica contiene estática que se aprovecha de los silencios, se vuelve rumor espeso permaneciendo junto al mensaje.
Han pasado estos años y aún no cuelga la llamada
De los árboles que lo acompañan, las raíces cuidan de sus huesos, son hilos que les comunican qué pasa ahí afuera: si lluvia o granizo, si escarcha o ventolera.

V
Casi todo ha mudado en estos días, excepto la certeza de su sonrisa.

2 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Que una sonrisa no mude da esperanzas al mundo.

Ferragus dijo...

Gran cosa en estos días, la verdad. Bien por todo aquello que nos hace sonreír.