martes, diciembre 13, 2022

Casa deshabitada con frutas

Las frutas dispuestas sobre una mesa a modo de bodegón, era la evidencia de que alguien habitaba la casa, que su aparente abandono era una cuestión momentánea. Quién podría dejar aquellas frutas tan bien dispuestas, como preparadas para un ojo sensible que viera en esa imagen la posibilidad de abandonarse y poder finalmente descansar su espíritu atribulado. Quién si no un alma sensible que está dispuesta a regalar un breve tiempo de sosiego con una mesa desnuda de manteles; con las vetas de la madera amplificando el encuentro breve, fugaz, de la luz sobre la superficie de las frutas. La mirada intuye la caída al interior del cuarto casi vacío, donde está una mesa desnuda de manteles y sobre ella unas frutas dispuestas como en una escena de bodegón.

2 comentarios:

Fackel dijo...

El bodegón, siempre casero, es una composición; las frutas han bajado,las han tomado, de unas ramas o de unas zarzas; desparramadas sobre una mesa se nos ofrecen, unas con pasión, otras con decoro; la tentación de sus formas y colores nos atraen, disparando nuestros sentidos, proyectando nuestras apetencias; y la boca habla y potencia el gusto, nombrando cada fruta por su nombre cálido.

Literatura y tercer milenio dijo...

Hay algo bello en esas escenas. Algo con la disposición de los frutos sobre una superficie. No sé de que se trata. Lo he visto en la pintura, en la literatura, inclusive en el cine. Algo que nos habla de un orden de las cosas, de un equilibrio breve, impuesto, pero sobre todo bello.
Que la mirada nos sea fidedigna, Fackel.