martes, mayo 03, 2022

Mesa con café y olvido

No merecía la pena seguir en esa línea de análisis, sobre todo a esa hora de la mañana. Sin embargo, el ambiente de soledad de su habitación, la obscuridad a penas rota por la tenue luz que manaba de una ampolleta amarillenta, sumada a la del exterior que se colaba entre la ventana cubierta por una cortina gruesa, con su color ahora desteñida por el paso del tiempo; sus treinta y cinco años de trabajo en una institución bancaria, ocupando un puesto, si bien no insignificante, al menos de poca relevancia, que además le había permitido sortear mareas de despidos durante las reestructuraciones internas, crisis económicas, políticas y toda suerte de avatares que golpean las fuentes de trabajo; aún se podía dar el lujo de intentar un análisis más profundo, más acabado, una línea argumentativa que lo dejara conforme al menos hasta la hora de su colación o a la vuelta de su jornada de trabajo. Su café había estado seguro todos esos años sobre aquella mesa de madera desnuda, cubierta en su superficie por una pátina de mugre acumulada por el tiempo. Ahí estaba él junto a su café; como siempre, pese a todo, pese a sus amigos y enemigos, reales o imaginarios.

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