domingo, noviembre 16, 2014

Mi ruta del té

La caravana se dibujaba pequeña en la inmensidad del paisaje, un paisaje que conocían como la palma de su mano. Ningún secreto era tan celosamente guardado, como lo era aquella ruta que realizaban los mercaderes del té. Desde tiempos remotos cruzaron montañas heladas y desiertos para hacernos viajar con las mercaderías que nos dejaban a cambio de nuestro oro. Al preparar mi samovar, mi imaginación salía disparada hasta aquellas tierras mágicas y lejanas; tierras que me prometía visitar con cada sorbo de la apreciada infusión.

2 comentarios:

Anabel Rodríguez dijo...

Tu ruta del té es larga y seguro que hermosa. Yo soy más de roiboos, que me excita menos, pero supongo que el viaje es igualmente hermoso. Un beso gordo y apretao.

Ferragus dijo...

¡Pero vamos, Anabel, anímate con un té rojo! Ahora que bajan las temperaturas por esas tierras. Sueña mientras disfrutas de esos aromas y sabores. Besos para ti también.