viernes, enero 10, 2014

Intermedio XII

Recuerdo que tenía un cuaderno donde guardaba relatos breves que surgían de manera caótica en una mente joven e inquita, hoy sólo inquieta, habrá de saber usted. Alcancé a tener un número importante de textos breves y poemitas que, desde un punto de vista onanista, como diría una egregia amiga, me resultaban aceptables. A estos los acompañaba, a veces, con una ilustración que improvisaba, intentando darle un soporte al texto. Qué lindo. Así transcurrieron las páginas en una época donde la inspiración estaba en todos lados. Como dato adicional le contaré, intrigado lector, que comenzaba mi vida laboral en un puesto de trabajo que se desarrollaba en la noche, lo que me permitía estar en tranquilidad al momento de intentar una creación literaria.
Con el advenimiento de la tecnología alguien me convenció que traspasara todos mis textos a un computador, que estando estos allí, estarían libres de extravío o cualquier desgracia semejante. La idea me pareció estupenda así es que me di a la tarea de trascribir, previa rigurosa selección, los textos que supuse tenían algún valor literario, obteniendo con esto una selección de todo mi gusto, un auténtico florilegio (…)
Pero ha de saber, contemporizado lector, que al tiempo después, el azar diría su última palabra en la forma de una fuerte variación de voltaje, provocando una vulgar quemazón de silicios en la tarjeta controladora que traen los discos; si nunca ha visto uno de cerca, levántese de su mullida posición y desarme su porquería de computador, extraiga el disco duro o HD y vea con sus propios ojos singular artilugio. Ese vórtice de electrones, esa abyecta manifestación física, destruyó el trabajo de un escritor en cierne que se confió de la incipiente tecnología. De haber seguido con el cuadernillo quizá aún tendría su trabajo intacto.

6 comentarios:

Marcelo dijo...

Dígame don Ferragus que Ud. conservaba el cuaderno original.

Ferragus dijo...

Seré claro contigo, Marcelo: No. Luego de la ingenua migración, el cuadernillo quedó,con el tiempo, abandonado hasta que un buen día fue eliminado. El motivo quizá algún día lo explique, pero créeme, es a todas luces atendible. Un abrazo, buenos deseos y mi gratitud.

Anabel Rodríguez dijo...

No tienes perdón de Dios, las libretas no se abandonan, antes dejamos al perrito mascota que las libretas. En fin, siento mucho lo del ordenador ¿no hay forma de recuperar los datos? Ainss, que penita debes tener. Un beso

Ferragus dijo...

Es verdad, como le dije a Marcelo, la razón es atendible. Haciendo un poco de memoria, lo único que extraño, era esa forma tan desenfada para escribir, si tenía que usar una mala palabra lo hacía sin tapujo. Al parecer con los años nos volvemos un poquitín conservadores. Besos y saludos, Anabel.

Marcelo dijo...

Y cuándo llegará ese algún día aproximadamente?

Ferragus dijo...

Me pones en aprietos, Marcelo. Es una tontería y quizá eso lo hace difícil de abordar. Pero ten por seguro que en cuanto encuentre la forma, y si para entonces continúo contando con vuestra apreciada atención, te vas a enterar.