jueves, julio 07, 2011

El copista

Con las madrugadas aprendidas de memoria, dirigíase hasta la obscura y fría biblioteca, disponiéndose a comenzar una nueva jornada de traducción. De manera prolija tomaba la pluma entre sus dedos, untando con cuidado el extremo de aquella, como dándole de beber. El ulular del viento se colaba por entre los altos techos, amortiguando cualquier otro sonido del lugar, en especial, los súbitos sollozos que aquel hombre dejaba escapar.

2 comentarios:

Anabel Rodríguez dijo...

"tomaba la pluma entre sus dedos, untando con cuidado el extremo de aquella, como dándole de beber" me encantó la imagen Ferragus. Me hizo sentir que tanto la pluma como el escriba estaban vivos, pero vivos de verdad. Besosssss

Ferragus dijo...

Sí, la verdad cuando apareció el texto, llamó mí atención el cuidado con que nuestro personaje untaba la pluma muy cercana al borde del tintero.
Tu visita, estimada Anabel, alegra.
Besos transoceánicos.