miércoles, abril 08, 2015

En la estepa

El fin de la jornada lo alcanzó en medio de la más hermosa estepa; el camino serpenteaba sobre las suaves ondulaciones que presentaba la geografía. Hacia el oriente, manchas de nubes anaranjadas pintaban un cielo nítido en su fondo azul; hacia el poniente, el sol ya puesto unía con un cordón de plata aquel horizonte distante.
-¿He muerto?
-¿Por qué lo piensas?
Al caer la noche, y antes de dormir, miraba desde su posición el cielo nocturno en toda su magnitud. Un paisaje lleno de estrellas acompañaba su descanso en medio de aquella soledad; y como siempre, sacudido por una especie de temor, giraba su cuerpo para no ver aquel espectáculo celeste, del cual no reconocía ninguna estrella, ninguna constelación; ni el más grande de los planetas estaba en la bóveda para calmar su desazón.
-He muerto ¿cierto?
-¿Por qué lo piensas?
A la mañana siguiente se dispuso a iniciar otra jornada. Mientras guardaba las cosas en su talego, vórtices de brisa fresca traían aromas de la vegetación que había en aquel lugar. Con la sensación que la vida bullía por todos lados, se echó a caminar una vez más, como siempre.

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