jueves, febrero 27, 2014

La llamada

Al encender la lámpara que estaba sobre la mesita de noche, toda la pieza quedó inundada de un tono levemente ámbar, muy suave. Presionó el interruptor y la obscuridad se apoderó de todo lo que a sus ojos, se había revelado; sólo un pequeño haz de luz se colaba por entre las gruesas cortinas. Volvió a presionar y las cosas reaparecían ante su mirada. Volvía a presionar y desaparecían –Todo sigue aquí, junto a mí; nada ha desaparecido- se dijo aliviado. Tomó su móvil y buscó entre sus contactos; marcó un número, y envuelto en la más absoluta incertidumbre, esperó que contestaran.

-¿aló?
-Dime…
-¿Dónde estás? ¿Puedes hablar?
-En casa; te escucho…
-Por momentos soy un verdadero estúpido…
-Mira, la verdad no quisiera a estas horas…
-Por favor, déjame terminar; por favor…
-…
-No creo que deba esperar tener certeza de todo; el hecho de no ver las cosas, no significa de manera necesaria que estas no existan. Simplemente no existe la luminosidad que las muestre, que descubra sus formas.
-Cómo así.
-La tranquilidad no se alcanza sólo con certezas, sino también abrazando la incertidumbre que depara el futuro. Fui un idiota al no reconocer tu esfuerzo. Ya sé de donde proviene esta luz que hoy me falta.
-¿De dónde?
-De tu mirada.
-…
-¿Me dejas invitarte un café…? Sólo una taza de café.
-…
-Qué me dices…


Después de aquella llamada, dejó el móvil sobre la mesita y quedó observando la tenue luminosidad que desprendía este; lo miró reconfortado hasta que finalmente se apagó.
En la más completa obscuridad de su cuarto, pudo imaginar las formas de todas las cosas que este contenía.