Ensayo para una huida
…Inclusive le era difícil llevarse una
cucharada de caldo hasta su boca: una mujer atenta le asistía. Por momentos su
mirada salía disparada de aquel cuarto y se paseaba sobre los tejados vecinos.
Se trepaba en algún gancho de un perfumado abeto y desde allí imaginaba su
partida (o mejor dicho, su huida) Sentía
la tibieza de la cuchara en su boca y volvía al plato de comida.
6 comentarios:
Qué intrigante...
Abrazo.
Qué intrigante...
Abrazo.
Es una alegría genuina verte por estos lados, Laura. Besos.
Será así?
La huida, hace tiempo escribí algo parecido. Las huidas son caóticas, peores que una despedida.
No había reparado en ello, Fabiana; al parecer, las huidas tienden a ser caóticas.
Un saludo que incluye beso.
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