martes, enero 10, 2012

Náufrago (o divertimento con brisa marina)

No recuerdo cuánto tiempo estuve inconciente, sólo la fuerte luminosidad del sol me hizo reaccionar a la realidad. Incorporando mi cuerpo de manera pesada sobre la superficie de la balsa, y apoyando la espalda en los bordes, verifiqué con alivio que no tenía herida alguna producto del accidente -¡el accidente!- Recordé con sobresalto, a la vez que erguía el cuerpo buscando con la mirada, algún rastro que confirmara la imagen de un gran accidente en alta mar, perdiéndose esta en todas direcciones, sin lograr identificar algo.
La balsa estaba equipada con alimentos para varias personas y elementos de primeros auxilios, entre otras cosas. La puesta en operación necesariamente tenía que ser automática, de otra forma no imagino cómo hubiese podido utilizarla; su robustez así lo requería. Algo que me molestó desde el principio fue su horrible color amarillo, el cual me recuerda hasta el día de hoy una capota para la lluvia que tuve en mis años de niño, creo que no tenía más de seis.
Con las primeras semanas de estar extraviado en el océano, y luego que las raciones de alimentos mermaran de manera peligrosa, tuve que desarrollar alguna técnica que permitiera proveerme de alimento a través de la pesca. Pues bien, descendiendo varios metros atado a una cuerda guía, y provisto de una suerte de arpón elaborado por quién sabe qué destreza adormecida en el subconsciente, logro obtener alimento variado y nutritivo; en lo personal nunca me gustaron los mariscos o pescados crudos, pero qué puedo hacer, tampoco es el lugar para exigir un centro de cocina ¿cierto?
Al pasar los años en alta mar, y ante el peligro que un ataque de locura amenazara la seguridad imperante, redacté, a modo de rudimentaria constitución, un manifiesto que permitiera normar la vida al interior de mí ahora, estado-balsa. La carencia absoluta de todo aquello que alguna vez entendí como política, ayudó a la aprobación casi inmediata de sus partes, facilitando la puesta en vigor a la brevedad. Con esto quedaba reivindicada la tarea superior de buscar otras almas en situación similar. Sin embargo aún, cuando estoy con la mirada perdida en la línea del horizonte, o al anochecer, mientras me duermo, siento el prurito de conspirar contra mí.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

estar en alta mar no le veo el problema. Sí a estar naufragando, aunque peor sería naufragar en tierra.
Personalmente, aspiro a vivir an alta mar. Qué paz.

Ferragus dijo...

...Vivir en alta mar; qué vastedad. Hermosa visión, sí.

Magda Díaz Morales dijo...

El único problema, para mi, de vivir en el mar, es que no hay flores.

Buen relato, y muchos saludos.

(No tienes activado seguidores ¿verdad?)

Ferragus dijo...

Ahora que lo mencionas, Magda, qué lamentable verdad. Pocas veces reparo en la hermosura de las flores. Gracias por dejarme absorto en las formas y aroma de un clavel.

Gracias por tus palabras.


(Creo que es automático, no se activa; está en la parte superior izquierda de la pantalla)

Magda dijo...

Sí, se tiene que activar para que se vea en tu columna de la derecha: Vas a "Diseño", picas en "Añadir un gadget", buscas donde dice "Seguidores" y sigues el paso que te dicen tienes que hacer. Y listo, aparece. Y de ahí mueves el gadget donde quiera que esté.

Magda dijo...

"quieras" (me falto la s)

Ferragus dijo...

¡Listo! Gracias por por el gadget.