jueves, julio 23, 2015

La decepción del cíborg

-Es difícil describir el ambiente que se puede apreciar desde este décimo quinto piso de mí hotel. La ciudad, con sus calles engalanadas y llenas de papeles picados, conteniendo a una multitud eufórica, que desde esta ubicación, bien podría competir con la visión que se tendría de hormigas…
Despertó sobresaltado y bañado en un frío sudor; deslizó su dedo índice sobre la pantalla que tenía inserta en su antebrazo izquierdo, sacándola del estado de hibernación en que se encontraba. Miró la información sobre su estado físico, ajustando la abertura del diafragma de sus ojos, prestando especial atención a la presión arterial y el pulso cardíaco; respiró con más tranquilidad al aparecer en la pantalla el típico mensaje que le llenaba de tranquilidad "sistema estabilizado"; deslizó un vez más el dedo sobre la esquina de la pantalla encontrando la información de la hora y el estado del clima, eran las tres pasado diez de la mañana. Se reincorporó y caminó hasta la ventana que en ese momento dejaba entrar una delicada brisa que se manifestaba en el mecer de las cortinas; apoyando las manos sobre el alféizar, sacó la mitad de su cuerpo tomando con fruición una bocanada de brisa que le salía al encuentro. Miró con cierta decepción las calles vacías. Sí, lo que sentía era muy parecido a la decepción. Dejó vagar su mirada, prolongándola hasta donde le fue posible.

lunes, julio 13, 2015

La maleta de viaje

Su ropa era hermosa: las camisas planchadas y dobladas; la ropa blanca ordenada y cuidadosamente dispuesta. Sus pañuelos. Cómo olvidar las corbatas de seda que tanto apreciaba. Cada una de esas prendas depositadas con cuidado dentro de su maleta. Todo quedaría allí, entre los suyos, como haciendo un acto de fría presencia.