domingo, junio 01, 2014

Prístino temor

No quería, o mejor dicho no podía. Dónde estaba el instinto del que su padre le habló; de la fuerza interior que nace como una llamarada e incendia todos los temores volviéndolos cenizas; dónde hallar esa fuerza, dónde yacía en él.Vivir o morir.
Creer en la imagen que tenía frente a sus ojos; arrojarse a la posibilidad aparente de conquistar sus miedos; escuchar el suave murmullo de su fuerza interior.
Ser.
Vivir.
Progresar.
De un salto conquistó el borde, para luego, simplemente dejarse caer. Comenzó con una abrupta caída, la cual fue suficiente para que su instinto le hiciera abrir sus alas y comenzara a volar. Su madre, varios metros sobre él, lanzaba un poderoso chillido de aprobación.

4 comentarios:

Marcelo dijo...

poder desplegar las alas! ellos lo saben hacer en el momento justo. Nosotros, no siempre. O nunca.

Ferragus dijo...

Es verdad, Marcelo, pareciera que nunca se logra.

Marcelo dijo...

a veces sí

Ferragus dijo...

A través del arte quizá. No lo sé. Intuyo que no. Sencillamente no se puede. No todo de lo que no se puede, no se puede, a veces algo se puede, es verdad, pero a lo que estamos apuntando en este diálogo, no se puede. Es una pena; una verdadera pena que la libertad esté hermanada con la muerte. Ahí extraño la inmortalidad de los dioses. Nos debemos conformar, agazapados y en el borde, cuidándonos de no caer, echarle una mirada al infinito.