martes, mayo 27, 2014

El sueño de Carina

Era costumbre en ella mirar fijamente hacia la estrella Canopus antes de dormir. Soñaba con volver algún día; emprender el viaje de retorno y volver a mirar, desde aquella lejana posición, este pequeño trozo de roca y agua suspendido. En ese momento entró su padre para darle el beso de las buenas noches. La arropó tiernamente y acomodando sus cabellos, besó su mejilla. Al salir la miró una vez más y se marchó.
En la tranquilidad de su cuarto volvió la mirada hacia su estrella –El viaje de vuelta puede esperar- Se dijo, y cerrando los ojos, durmió feliz.

sábado, mayo 10, 2014

Intermedio XIII

Esta publicación viene a completar la centena dentro de este blog. Intenté pasar por alto el detalle pero creo que todo esto merece algunas líneas; sobre todo considerando que en este espacio he intentado ser, a través de mi alter ego, Ferragus, un escritor extemporáneo en todas sus acepciones; que busca en las letras de otras personas –y en las propias- la quintaesencia de lo que entiende por literatura ¿Pretencioso, dirá usted? Puede ser. Pero como este empeño tiene un fin puramente personal, no creo incomodar a alguien.
Al completar estos cien textos, no puedo dejar de agradecer a las personas que han visitado este espacio, pero sobre todo, a aquellas que han permanecido. A estas últimas, toda mi  gratitud y amistad. Escribo desde la experiencia de la forma más honesta, esto ustedes lo saben; seguiré ese camino, no porque me sea fácil, sino porque es una buena razón que explica este empeño literario.
Es curioso, originalmente en este intermedio, tenía la idea de escribir sobre las sincronías y su presencia en nuestras vidas, pero por lo visto nada de esto ocurrió y el texto se ha transformado en una muestra de genuino agradecimiento a aquellos pocos amigos que tengo el honor de conocer. Entonces, reitero mi más cordial agradecimiento a cada uno de ustedes; reciban un abrazo.

jueves, mayo 01, 2014

Marte está dormido

En qué te has convertido, poderoso guerrero astral; viajas arrastrando a tus dos hijos ya muertos en un silencio aterrador que terminará cuando uno de ellos, como queriendo besar tu rostro, te golpeé en estrepitosa caída. Dime, qué ha sido de tu manto; qué de tu líquido vital. A la deriva arrastras tus telúricos recuerdos, tu campo magnético despedazado de pretendida actividad. Te mueres, es cierto, pero quién sobrevive aquí. Nacer es morir en esta palingenésica realidad.