jueves, abril 24, 2014

El desayuno de Rufus

Olvidar el paisaje difuminado por la lluvia;
desechar múltiples amaneceres.
Todo dejaría en un segundo,
por un breve abandono de este presente.
Preso ahora.
Preso siempre.

martes, abril 01, 2014

1914

Se detuvo frente a la puerta que le impedía el paso al interior de la propiedad. Las noches frías se prolongaban por más de dos semanas seguidas, volviéndose insoportable para cualquier persona que se viera en la necesidad de andar por las calles con ese clima. Salvo por la ronda nocturna, se podría decir que aquellas estaban completamente desiertas.
Llamó con tres golpes sobre la gruesa puerta de madera y espero por un instante; miró su reloj, faltaban cinco minutos para las veintitrés horas; sus dedos estaban casi congelados; su cara fría y una respiración rápida y entrecortada le señalaba que su tiempo era escaso. Tomó fuerza y llamó nuevamente, esta vez utilizó el puño de su mano derecha para hacerse escuchar; al minuto una luz se encendió en el segundo piso la cual fue advertida por el reflejo de esta sobre la escarcha que había en la calle.
Hasta sus oídos llegó el ruido confuso de pasos presurosos bajando las escaleras y el posterior sonido de una llave entrando en la cerradura de la puerta principal; la puerta, con un apenas perceptible crujido de los goznes por el peso de esta, se abrió despacio para la inesperada visita.
-¿Tú, a estas horas? Vamos, entra de una vez ¿Qué sucede? –Preguntó el dueño de casa mientras cerraba la pesada puerta que dejaba pasar el frio de la noche.
-Está todo listo. Mi tarea la he cumplido- Contestó con voz agitada- Mañana se tendrán las primeras noticias. Dentro de los próximos días vendrán por ti. Recuerda muy bien esta fecha, estimado amigo.
-La humanidad no olvidará esta fecha. –Le contestó mientras daba un vistazo a un objeto puesto en su muñeca derecha.
-No me queda más tiempo, amigo; si nos volvemos a ver, cosa que me gustaría, espero que sea en tiempos más benignos. –Y recogiendo un poco la manga de su chaqueta, le dio una mirada a un artefacto similar al de su amigo. – Quién lo diría, hoy se cumple un año terrestre exacto desde que llegué a este planeta. –Presionó la superficie de la pantalla y en cosa de segundos desapareció, dejando en su lugar un leve vapor suspendido en el salón.
Luego de esto, el dueño de casa abrió un poco la puerta de entrada para contemplar el vacío de las calles; el hielo y un viento gélido reinaban en la más obscura de las noches. –Sí que no olvidarán el año de 1914- Dijo en voz baja, a la vez que cerraba la pesada puerta.