lunes, marzo 03, 2014

Certeza

No me importó quedarme en el andén. El tren salía de la estación mientras una extraña vibración subía por mis pies recorriéndome todo el cuerpo. Una sensación de vacío se provocó en mí al ver el último carro del largo convoy alejándose; era suficiente saber que todo lo que hubiese podido hacer estaba hecho; que las cosas tienen su tiempo y lugar. No me amaba, ni yo a ella. Qué tan difícil puede ser aceptar aquello. Si en nuestro último adiós no hubiese abordado el tren esa tarde; si la más pequeña de las dudas la hubiese impelido hasta mis brazos, hubiésemos terminado abrazados, mirando cómo aquel gigante de hierro se alejaba. No, no me amaba, ni yo a ella; y pareciera ser que esa sola idea que se hacía realidad en ese momento, daba lugar a reconocer y aceptar que algo en mí también había muerto.