martes, octubre 29, 2013

Viento austral

Cómo lo hago para perderme en tu silencio.
Cómo saber que no me expulsarás ante mi súplica.
¿Abrirás tus hielos para guarecerme?
¿Tendrán mis huesos el honor de tu cobijo?
¡Rescátame!
¡Rescátame!
¡Rescátame!

viernes, septiembre 13, 2013

La sonrisa de Neftalí

Por momentos se escapa la vida por mi cuerpo.
(Por momentos nada más);
se diluyen mis recuerdos,
los anhelos que inventé.
Y no es que mude en brisa,
o en algo espiritual.
Por momentos se escapa la vida por mi cuerpo.
(Por momentos quiere arrancar).

jueves, agosto 01, 2013

Probabilidad cuántica (o el exceso de Merlot)

No me gusta juzgar a las personas por sus desaciertos, pero la verdad que Jean-Poul es un idiota de aquellos. Está bien ser claro en nuestros principios y estar dispuestos a defenderlos, pero otra cosa muy distinta es ignorar todo sentido común. Me explico. El susodicho porfiaba que perfectamente podía lanzarse a un agujero negro (empiece a dimensionar el asunto, por favor) y gracias a la aceleración que alcanzaría la masa total de su cuerpo, una vez traspasado el umbral del horizonte de sucesos, podría convertirse en luz… ¡en luz! Los comensales que estábamos reunidos (compartíamos un cerdito lechón esa tarde) nos mirábamos desconcertados como buscando un punto de apoyo para darle crédito a tamaña tontera. Con los minutos, el punto de vista fue adquiriendo ribetes de una verdadera ponencia, que incluso fue acompañada por más de un dibujo trazado en el suelo (sí, era un asado al aire libre, una jira se podría decir) realizado con un bastón a guisa de lápiz maniobrado con destreza y entusiasmo por el improvisado orador. 
Un esotérico podría, quizá, encontrar razón en todo aquello. Yo, que particularmente no soporto quemarme un dedo con un fósforo, no podía imaginar siquiera las temperaturas a que tendría que someter mi cuerpecito en tan azaroso viaje. Miré de soslayo a su esposa que se llevaba la copa hasta los labios en ese momento, y pude distinguir una risita cómplice que le dirigía a la dueña de casa (mi mujer). La novia de uno de nuestros amigos, una muchacha de poco más de veinticinco años, condescendía con la cabeza a las explicaciones dadas por Jean-Poul; en algún momento de la disertación, aquella opinó que era completamente posible; que todos nosotros somos seres de luz y que nuestros cuerpos son la coraza con la que nos hemos castigado nosotros mismos (¡¿?!) que la industrialización y el consumismo sólo nos ha alejado de la luz universal (risas) que debiéramos, como sociedad, luchar por volver a ser seres de pura energía (más risas). Otro del grupo, Eduardo, conocido por su contemporización a ultranza ante opiniones dispares, recorría los vasos de los asistentes, provisto de magnánima jarra conteniendo el mejor de los vinos Merlot del valle. Al llegar hasta mí, y mientras escanciaba el noble líquido en mi vaso, me preguntó con tono guasón “¿Tú qué crees?” Luego de haber estado libando casi toda la tarde y afectado por los grados alcohólicos; con las montañas imponentes proyectando sus sombras; las risas de genuina amistad; la alegría sostenida en el ambiente, sólo pude contestar “Pude ser… Por qué no”

martes, julio 23, 2013

La cuestión

Qué se sentirá trascender, me pregunto; deslizarse consciente hermanado al tiempo. Qué serían entonces los recuerdos, las épocas.

martes, julio 09, 2013

Un díos y su caída

Nada más intuir el borde del tiempo, sus pasos fueron directos donde yacía su recuerdo; desechó su mirada, entonces mundana, intentando aquella prístina que la memoria reconocía. Se estuvo allí imaginando, cuánto, más de siete mil quinientos años y contando.

viernes, junio 28, 2013

Vida de perro

Despertó sobresaltado: soñó con una constante caída; inquieto por lo sucedido en el sueño, esperó con ansia que abrieran el portón del parque aquella mañana.
Una vez fuera del parque, se dirigió hasta el local donde seguro lo aguardaba la dueña; como todos los días, esta al verle le saludó, al tiempo que le pasaba su pan del desayuno.
Se retiró hasta un lugar tranquilo y allí devoraba su sustento matutino. Luego, estirando con pereza todo el cuerpo, se preparaba a realizar lo que mejor sabía hacer: ladrar a los niños que jugaban.

martes, febrero 05, 2013

El silencio del saurio

Recostado sobre el lomo de un saurio, el sol besa de manera tangencial mi cabeza. Ni los años que he vivido, ni los que restan hasta mi muerte, alcanzan para separar la realidad de lo que imagino –La imaginación es sólo la vida en gerundio- responde mi compañero. La mirada viaja entre paisajes y delirio. Siento el resoplido del saurio que me acompaña (Respiración entrecortada, a veces al compás de la mía) El sol desciende lentamente tras las aguas del Pacífico, y la brisa fría de la noche se prepara. Ahí es cuando tomo entre mis brazos al celador de mis días y le pido que revele su secreto.
Sueñas tranquilo junto a mis suplicas, y yo al final exhausto, me duermo contigo.