domingo, enero 03, 2010

Por error

Con el pulso un tanto acelerado, tomó las llaves de la mesita de noche y se dispuso a salir lo antes posible; el objetivo era volverse anónimo entre la multitud y recorrer las calles en busca de algún estímulo que lo liberara de sus pensamientos. Revisó todo por última vez, pero al momento de tomar la manilla para abrir la puerta, los escuchó. Se quedó inmóvil agudizando el oído, tratando de identificar las voces que llegaban hasta él. Escuchó la voz de un hombre y de una mujer, luego, la de otro hombre que participó con un lacónico: “¿qué habitación ocupa?” No hubo respuesta, al menos no de forma verbal, generando una sensación de incertidumbre que le obligaba a entrar en el ámbito de la especulación. Prefirió mantenerse junto a la puerta intentando descifrar la conversación que estaba ocurriendo en el pasillo; advirtió como los pasos se acercaban hasta detenerse frente a la habitación; luego de un par de segundos, se escuchó el llamado a la puerta con cuatro golpes de nudillos.
-Hasta que dieron conmigo. –dijo en voz baja. -¿Quién de todos pudo ser? Sí, quizá fue ese desgraciado a cargo de la administración de correspondencia; o quizá la asistente del departamento de envíos, la señorita Marie ¡Malditos todos…!
Se dirigió sin hacer ruido hasta la maleta de equipaje, y extrajo una pistola Beretta 9mm que llevaba con él en cada viaje; también un silenciador, el cual instaló haciéndolo girar en la boca de la pistola. Cada movimiento que realizaba lo acercaba más a su instinto; a eso que luego, en los momentos de tranquilidad, le turbara el ánimo. Abrió la ventana para simular una huida; se deslizó como un espíritu al costado opuesto de la cama con respecto a la puerta; corrió el seguro, hizo pasar la primera bala hasta la recámara y esperó mirando casi sin pestañar la luz exterior que se colaba bajo la puerta.
-Creo que salió, será mejor dejar el sobre en la recepción –Se escuchó desde el otro lado de la puerta.
-No, mejor deslízalo, cuando llegue lo encontrará. –Propuso la mujer.
Con las pupilas dilatadas como un felino, pudo apreciar como éste era deslizado bajo la puerta; luego de un breve intercambio de palabras en el pasillo, los pasos se alejaron en dirección al elevador. Con un profundo respiro que llenó sus pulmones, puso el dedo pulgar sobre el percutor, conteniendo toda la energía que su dedo índice liberó, al momento de activar el gatillo. Se reincorporó desde donde estaba, y se dirigió hasta la puerta para examinar el sobre que le fuera dejado. Agachó su pesada estructura hasta poder tomarlo, y manteniendo aquella posición, extrajo del interior una tarjeta que contenía algunas líneas de texto. Sonrió con burla e ironía al constatar que le era solicitado por la administración del hotel, mover su coche de la zona de carga.

4 comentarios:

Anabel Rodríguez dijo...

Me ha encantado la narración. Le das la dosis de intriga justa y defines al personajes de forma indirecta como un tipo violento y oscuro. Si llevara sombrero me lo quitaría.
Besos y feliz año nuevo.

Ferragus dijo...

Estimada Anabel, qué alegría saber de ti; te deseos para este nuevo ciclo, lo mejor junto a los que amas. Gracias por tus elogiosas palabras y por la amistad (¿tres años…?) que has brindado en este blog.

Besos estivales.

Natalie Sève dijo...

Muy tarantinesco, bien resueltos los movimientos y la descripción de la atmósfera....
Andaba media perdida entre medio de viajes y vacaciones, pero ya he vuelto, un abrazo y muy feliz año y más feliz vida!!

Ferragus dijo...

Te extrañaba, Natalie; luego, con tú reciente publicación, me entero de lo ocupada que estabas.
Siempre agradeceré tus palabras, amiga.
Espero que tengas un nuevo ciclo maravilloso y tan amplio como logres soñarlo.

Besos en maga corta.