domingo, agosto 30, 2009

Status ignotum

Preferiría mil veces morir, a que me falte tu presencia. Desangrar mí cuerpo entero y llenarlo con las lágrimas que has llorado. Pero claro, eres muy altiva para decir “te quiero” ¿Aman en realidad tus ojos…? No, por favor, disculpa mi humana duda; la fiebre del cariño enceguece mí juicio. Perdón. Tus pupilas, como lumbres en un mundo ignoto, vuelven seguro mis temblorosos pasos. No creas que por esto no te odio. Detesto limpiar el aroma que deja en mí, tu cuerpo. Con llanto lavo el sabor dejado por tus besos. Detesto depender del ruido de tus pisadas, que me dicen que no estoy sordo; del aire de tu aliento alimentando mis pulmones. Te amo. Cuando bajas la mirada, y tus ojos se me pierden, se contrista la medula viva de mis huesos ¿Crees que miento? Podría olvidar hablar, mas no pronunciar tu nombre; con las letras de éste, bien podría reescribir la humana historia. Detesto tu mano tibia en mí espalda no diciendo “te amo”; te estiras en el tálamo, nutriendo de vida mí tiempo.

jueves, agosto 13, 2009

Intermedio VI

Son varias las expresiones artísticas que de joven pudimos tener acceso; y, ya sea por que alguna de estas estaba incluida en un plan de educación, o por simple elección individual, nos acercamos a sus fundamentos a través de la curiosidad. En mí caso, probé con la escultura, la pintura, inclusive, el canto coral. Pero debo ser honesto con usted, distinguido lector: para mí decepción, aquellos intentos terminaron en fracasos.
En el caso del canto, llamó mí atención aquello de las voces, y lo hermoso que resultaba el sonido en su conjunto; me entretenía con los ensayos y posteriores presentaciones en el salón de actos, los que disfruté, hasta que la biología dijo otra cosa y cambió mí voz… Aún recuerdo las palabras de mí querida maestra de canto:”Estimado alumno, hasta acá ha llegado su participación en el coro del colegio”
Algo de celestial tiene la voz humana. Qué agradable es escuchar Carmen de Bizet y la aria El amor es un pájaro rebelde; o aquel lamento en Nabuco de Verdi con su Va pensiero; o quizá, la novena sinfonía de Beethoven, que en su parte final, eleva al infinito el poema de Schiller Oda a la alegría, por nombrar algunas. Intuyo que usted, tiene su favorita ¿cierto?
El video que les dejo, es una muestra de cómo la voz, se convierte en una herramienta al servicio de la belleza.