martes, febrero 12, 2008

Hora de cenar

Tenga a bien poner una cazuela con agua y sal a hervir. Una vez hirviendo, coloque en su interior una porción generosa de spaghetti. Mientras, en una sartén coloque abundante aceite de oliva extra virgen a calentar, agregue uno o dos dientes de ajo cortados en láminas. Deje que este noble producto suelte todos sus aromas y sabores sólo hasta el momento que se comience a dorar. Una vez que esto ocurra, retírelo del aceite. Apague el fuego y déjelo entibiar.
Cuando la pasta éste a su gusto, haga lo que ya imagina: Escúrralos de agua. Viértalos en la misma cazuela. Agregue el aceite y un puñado de perejil fresco recién picado.
Acompañe éste plato con lo que Dios le dé a entender. Sugiero un vino tinto liviano y joven, verbigracia: De una cepa carménère. Provecho.