jueves, diciembre 11, 2008

Espejos y ventanas

Se incorporó pesadamente desde su lecho, para quedar finalmente sentado en la orilla de la cama. Una débil luz entraba por la ventana en forma de haz entre las dos cortinas, la que terminaba estrellándose en la ropa de cama ahora revuelta. Movió su cuerpo semidesnudo hasta el escritorio y contempló su trabajo nocturno. Este se hallaba en un computador portátil junto a algunos libros, recortes, lápices y fotografías puestas de manera caótica sobre la superficie de este. Le dio un ligero vistazo y se desplazó hacia el cuarto de baño. Encendió la luz y quedó observando su rostro reflejado en el espejo. Su pelo desordenado y una barba de varios días, entregaba una visión la cual contempló por un largo momento generándole pudor. Mientras abría el grifo del agua, bajó la mirada sólo para volver a pegarla contra el espejo. Luego de terminar con el baño, dio una nueva mirada a la imagen un tanto difusa esta vez por la concentración de humedad. Apagó la luz y dirigió los pasos hasta el escritorio, dispuesto a continuar con el trabajo de la noche anterior. Dejó que una mirada escapara por entre las cortinas, como lo haría un mensajero, esperando que volviera con imágenes y noticias de un mundo que estaba más allá de las personas. Leyó el último párrafo:
“…La vista más próxima que tenía desde su cuarto, era la actividad de una ciudad pequeña cercana a la costa, con sus calles angostas atestadas de gente. Un poco más distante, se apreciaba la actividad incesante que se desarrollaba en el muelle. La vista terminaba en un mar obscuro, salpicado de embarcaciones que realizaban, en su mayoría, labores de pesca. Soltó lentamente la cortina y se desplazó hacia el baño, sin antes encender un viejo anafe donde haría hervir agua y preparar un café. Encendió la luz del cuarto de baño y se quedó observando su rostro sobre el espejo. Su pelo desordenado y una barba de varios días, entregaba una visión que le desagradaba, sitió pena por aquella imagen. Preparó la ducha con esmero, vigilando que nada le faltara al momento de encontrarse dentro de ella: Su toalla, el cepillo de dientes, la crema dental, su máquina de afeitar y la ropa que ese día vestiría. Luego de terminar y una vez vestido, dio una nueva mirada a la imagen del espejo un tanto difusa esta vez por la concentración de humedad: Sonrió. Desconectó el anafe y preparó su café. Lo bebió con calma y agrado, dejando que su mente divagara en cosas sin sentido aparente; para luego regresar a él y luego volver a divagar, casi como una respiración o un latido. Su corazón se aceleraba de emoción con la idea de su partida para ese momento. Dejó la taza vacía sobre la cama y se dirigió hasta el escritorio; corrió las cortinas y abrió la ventana por la cual presuroso, entró el ruido exterior acompañado de una brisa gratificante. La mutación ya había comenzado en su cuerpo, sintió la ligereza en sus huesos que le permitió saltar hasta la orilla del ventanal. Sus ojos brillaron de vida. Abrió sus alas y se marchó…”
Quedó mirando por largo rato el trozo que había leído. Sintió que no podía seguir con el texto: Lo dejó. Incorporó su cuerpo y se aproximó a la ventana para abrirla; separó las cortinas y quedó contemplando imágenes sueltas de un paisaje que se volvía ajeno, no así la brisa que acariciaba su rostro. De pronto, un pájaro envuelto en toda su hermosura, se posó sobre la cornisa de la ventana y mientras dejaba sobre ésta un pequeño guijarro, abrió sus alas y desapareció. El hombre, maravillado por tan prodigiosa visita, quedó inmóvil contemplando la escena. Mientras su cuerpo se estremecía de emoción, tomó el guijarro entre sus dedos y comenzó a viajar entre las formas y colores del inesperado obsequio.

8 comentarios:

CarmenS dijo...

El baño como fuente de inspiración y como lugar donde uno se inspira. El escritor como motivo de ficción y como personaje que indaga en la ficción. Es como si el espejo se dividiera en dos y viésemos dos imágenes semejantes pero que no actúan igual.

Ferragus dijo...

Gratificante resulta la visita, Cecilia. Sin duda existe un desdoblamiento a partir del espejo, las imágenes de un lado y otro sólo se intuyen entre ellas. Más unificadora parece ser la ventana, que sin la obviedad de un reflejo y a partir del asombro, les tiende una mano.

Un beso, Cecilia.

Anabel Rodríguez dijo...

Distinta es la percepción que nos ofrece el espejo, y la de la ventana. La apertura que el ventanal nos regala, nos la niega el espejo, dispuesto a reflejarnos una y otra vez, encerrándonos en un círculo, del que sólo la ventana nos libera.
Besos navideños.

Ferragus dijo...

Comparto el punto, estimada Anab. Resulta ser también liberadora.
Nuestro personaje, en un acto poético de libertad, se dirige a saltar por la ventana (no sé si esto se logra intuir por el lector) Pero ya ves, el encuentro entre el pájaro y el hombre, uno a cada lado de la ventana, finalmente disuade al hombre.

Besos, Anab.

Anabel Rodríguez dijo...

Pues no había caído en que el personaje iba a saltar. Es cierto que soy poco perspicaz, pero, salvo que algo mágico ocurra, le auguro una aplicación de la ley de la gravedad en toda regla, con lamentables consecuencias.
Pobre...
Besitos

Ferragus dijo...

Curioso, tengo la impresión que posees perspicacia, querida Anab.
La idea del personaje saltado por la ventana, quise que fuera una posibilidad sólo en la cabeza del lector; que este pensara:”Uf, por un momento creí que se lanzaría por la ventana…” De ahí el cuidado de no ser demasiado obvio en el relato. Afortunadamente no alcanzó a saltar.

Besos, querida Anab.

SBM dijo...

Magnifico relato Sr. Ferragus. Me ha gustado, y me parece muy sugerente esa unión entre la realidad y la ficción. El protagonista de tu relato se confunde con el protagonista del suyo en una espiral preciosa. Me gusta mucho el final del primer relato (o cuento dentro del cuento) porque es sorprendente, pero... ahora que lo pienso, ¿quién no ha tenido deseos, o ha soñado, salir volando? Y me gusta también el segundo, el protagonista que carece esa posibilidad de volar, se sucede una cosa igual de sorprendente pero verosímil, recibe un regalo de un pájaro que parece que le da alas.

Ferragus dijo...

No sé que responder a vuestro elogioso comentario, estimado SBM. Gracias.
Intenté por un momento sondear los posibles motivos para ese desasosiego en el protagonista. No quise. Confié en la vida, en las posibilidades que ella nos da. Y mira tú: El azar le trajo ánimo y esperanza en las formas y colores de un guijarro.

Un abrazo y mí amistad, SBM.